“Hemos de establecer, ante todo, una distinción entre literatura y estudios literarios. Se trata, en efecto, de actividades distintas: una es creadora constituye un arte; la otra, si no precisamente ciencia, es una especie de saber o de erudición.
Por supuesto, se han hecho intentos de desvirtuar esta distinción. Se ha dicho, por ejemplo, que no se puede entender de literatura si no se hace; que ni se puede ni debe estudiar a Pope, sin antes probar fuerzas con los llamados dísticos épicos, o que no es posible componer un drama isabelino sin antes escribir un drama en verso libre.
El problema estriba en abordar intelectualmente el arte, y en particular el arte literario. ¿Cabe hacer tal cosa? ¿Y cómo es posible hacerlo? Una de las respuestas dadas a esta cuestión ha sido la siguiente: es posible empleando los métodos desarrollados por las ciencias naturales, que no hay más que trasportar al estudio de la literatura. Pueden distinguirse diversas clases de esta transposición. Una es el intento de alcanzar los ideales científicos generales de objetividad, impersonalidad y certeza, intento que en un conjunto induce acopiar hechos neutros.
A todos los tipos de conocimiento sistemático les son comunes métodos fundamentales como la inducción, la deducción, el análisis y la comparación. Pero es manifiesto que la otra solución se recomienda: la investigación literaria tiene sus métodos válidos, que no siempre son los de las ciencias naturales pero que, no obstante, son intelectuales.
Wilhelm Dilthey estableció la distinción entre los métodos de las ciencias naturales y los de la historia en función de una contraposición entre explicación y comprensión. El científico decía Dilthey de la razón de un acaecimiento en función de sus antecedentes causales, mientras que el historiador trata de comprender su sentido, proceso de compresión que es forzosamente individual y aun subjetivo. Un año después, Wilhelm Windelbandl, el famoso historiador de la filosofía, atacó también el punto de vista según el cual las ciencias históricas han imitar los métodos las ciencias naturales: los científicos tratan de establecer leyes generales, en tanto que los historiadores se esfuerzan por aprehender el hecho único que no se repite. Modificado por Heintich Ricker, que trazó una divisoria no tanto entre métodos generalizadores y método individualizadores como entre ciencia natural y ciencia. La ciencia cultural decía se interesa por lo concreto y lo individual, los individuos, sin embargo, sólo pueden ser descubiertos y comprendidos por referencia a algún esquema de valores, lo cual no es más que otra manera de decir cultura. En Francia, A d Xénopol distinguía entre ciencia naturales en cuanto se ocupa de hechos de repetición e historia en cuenta se ocupa de hechos de sucesión.
Los estudios literarios sólo sirve para el arte de la lectura de la lectura es concebir erradamente el ideal del conocimiento organizado, por indispensable que sea este arte para el estudioso de la literatura. Aun cuando el término lectura se emplee con la amplitud suficiente para qué abarque la compresión y la sensiblidad criticas, el arte de leer es un ideal de cultivo puramente personal. Como tal es suma mente conveniente, y sirve también de base de una amplia difusión de la cultura literaria, pero no puede sustituir a la concepción de lo que hemos llamados “investigación literaria” entendida como tradición suprapersonal”.
RELACTORIA 2
NATURALEZA DE LA LITERATURA
“Uno de los moldes de definir la literatura es decir que es todo lo que está en letrea de molde. Otra manera de definir la literatura es circunscribirla a las grandes obras, sea cual fuere su asunto, son notables por su forma o expresión literaria. En este caso, el criterio es el valor estético, solo unido a altura intelectual general.
Las distinciones principales han de establecerse entre el uso literario, el uso corriente y el uso científico del lenguaje. Un reciente estudio de Thomas Clark Pollock sobre esta cuestión, titulado The Nature of Literature aunque más cierto dentro de sus limites, no satisface por completo, sobre todo al establecer la distinción entre lenguaje literario y lenguaje cotidiano el problema es crucial y nada sencillo en la práctica, ya que la literatura a diferencia de las demás artes, no tiene medio expresivo propio, y existen indudablemente no pocas formas mixtas y sutiles transiciones. Por su parte el lenguaje emocional, no se agota en modo alguno.
El lenguaje científico tiende a un sistema de signos como de la matemática o la lógica simbólica; su ideal es un lenguaje universal, el lenguaje científico, el literario suele resultar deficiente en ciertos aspectos. Abunda en ambigüedades; como cualquier otro lenguaje histórico, está lleno de homonimias, de categorías arbitrarias o irracionales, de recuerdo y de asociaciones; en una palabra, es sumamente connotativo”. Además, el lenguaje literario dista mucho de ser meramente designativo. Tiene su lado expresivo; conlleva el tono y la actitud del que habla o del que escribe; y no declara simplemente lo que dice, sino que requiere influir en la actitud del lector, persuadirle y, en última instancia, hacerle cambiar. Hay, además, otra importante distinción que hacer entre lenguaje literario y el lenguaje científico; en el primero se hace hincapié en el signo mismo, en el simbolismo fónico de la palabra. Para llamar la atención sobre él se han inventado técnicas de todas clases, como el metro, la aliteración y las escalas fónicas.
Es difícil de establecer es la destitución entre lenguaje corriente o cotidiano y lenguaje literario. El Lenguaje corriente no es un concepto uniforme: comprende variantes tales como la conversación, el estilo comercial, la fraseología oficial, el lenguaje de la religión y la jerga de estudiantes. Pero es evidente que mucho de lo dicho sobre el lenguaje literario se aplica también a los demás usos del lenguaje, salvo científico. El lenguaje cotidiano tiene también su función expresiva aunque ésta varia desde una desvaída comunicación oficial a la suplica apasionando provoca por un momento de crisis emotiva”.
RELACTORIA 3
FUNCIÓN DE LA LITERATURA
“¿Han cambiado en el curso de la historia las concepciones sobre la naturaleza y la función de la literatura? Contestar a esta pregunta no es fácil. Si nos remontamos lo suficiente, podremos decir que si, se puede retroceder a una época en la literatura, la filosofía y la religión coexisten sin diferenciación neta, entre los griegos acaso se pudiera poner ejemplo de Esquilo y a Hesioso, Pero ya Platón puede hablar de la disputa entre poetas y filósofos.
La Herejia Didáctica, como Poe llamaba a la fe en la poseía como instrumento de edificación, no debe equiparse a la tradicional doctrina renacentista según la cual la poesía deleita enseñado o enseña deleitando.
¿Cabe utilizar este doble criterio como base para definir la literatura, o es más bien un criterio de alta literatura? En los estudios del antaño rara vez aparecen las distinciones entre alta literatura, buena literatura y literatura infraliteraria. Pueden abrigarse verdades dudas sobre si la literatura unfraliteraria es útil o instructiva. Por lo común se la considera simple entretenimiento o evasión. Pero hay que responder a la cuestión en función de sus lectores, no en función de los lectores de buena literatura.
Los defensores de la literatura creen que no es una supervivencia arcaica, sino algo permanente, y así lo creen también muchos que no son poetas ni preceptores de poética y que por ello carecen del interés profesional por la supervivencia. La experiencia del valor único de la literatura es fundamental para toda teoría relativa a la naturaleza del valor. Nuestras mudables teorías se esfuerzan en hacer justicia cada vez más a la experiencia.
RELACTORIA 4
TEORÍA, CRÍTICA E HISTORICA LITERARIAS
En el estudio de la literatura, este ensayo de reconstrucción histórica se ha traducido en un gran hincapié en la intención del autor, que, según se supone, puede estudiarse en la historia de la crítica y del gusto literario. Suele darse por sentado que, si nos es dado averiguar esta intención y ver que el autor le ha llevado a cabo, nos es dado también zanjar el problema de la crítica. El autor ha servido un propósito contemporáneo y no hay necesidad, ni aun posibilidad, de seguir haciendo la critica de su obra. El método conduce, pues, al reconocimiento de una sola norma crítica: la del éxito contemporáneo. Hay, por tanto no ya una o dos concepciones independientes, distintas y que mutuamente se excluye, cada una de las cuales es certera de algún modo. El ideal de la poesía se parte en tantas astillas, que no queda nada; consecuencia de lo cual ha de ser una anarquía general, o más aún, arrasamiento de todo los valores.
Por supuesto, se han hecho intentos de desvirtuar esta distinción. Se ha dicho, por ejemplo, que no se puede entender de literatura si no se hace; que ni se puede ni debe estudiar a Pope, sin antes probar fuerzas con los llamados dísticos épicos, o que no es posible componer un drama isabelino sin antes escribir un drama en verso libre.
El problema estriba en abordar intelectualmente el arte, y en particular el arte literario. ¿Cabe hacer tal cosa? ¿Y cómo es posible hacerlo? Una de las respuestas dadas a esta cuestión ha sido la siguiente: es posible empleando los métodos desarrollados por las ciencias naturales, que no hay más que trasportar al estudio de la literatura. Pueden distinguirse diversas clases de esta transposición. Una es el intento de alcanzar los ideales científicos generales de objetividad, impersonalidad y certeza, intento que en un conjunto induce acopiar hechos neutros.
A todos los tipos de conocimiento sistemático les son comunes métodos fundamentales como la inducción, la deducción, el análisis y la comparación. Pero es manifiesto que la otra solución se recomienda: la investigación literaria tiene sus métodos válidos, que no siempre son los de las ciencias naturales pero que, no obstante, son intelectuales.
Wilhelm Dilthey estableció la distinción entre los métodos de las ciencias naturales y los de la historia en función de una contraposición entre explicación y comprensión. El científico decía Dilthey de la razón de un acaecimiento en función de sus antecedentes causales, mientras que el historiador trata de comprender su sentido, proceso de compresión que es forzosamente individual y aun subjetivo. Un año después, Wilhelm Windelbandl, el famoso historiador de la filosofía, atacó también el punto de vista según el cual las ciencias históricas han imitar los métodos las ciencias naturales: los científicos tratan de establecer leyes generales, en tanto que los historiadores se esfuerzan por aprehender el hecho único que no se repite. Modificado por Heintich Ricker, que trazó una divisoria no tanto entre métodos generalizadores y método individualizadores como entre ciencia natural y ciencia. La ciencia cultural decía se interesa por lo concreto y lo individual, los individuos, sin embargo, sólo pueden ser descubiertos y comprendidos por referencia a algún esquema de valores, lo cual no es más que otra manera de decir cultura. En Francia, A d Xénopol distinguía entre ciencia naturales en cuanto se ocupa de hechos de repetición e historia en cuenta se ocupa de hechos de sucesión.
Los estudios literarios sólo sirve para el arte de la lectura de la lectura es concebir erradamente el ideal del conocimiento organizado, por indispensable que sea este arte para el estudioso de la literatura. Aun cuando el término lectura se emplee con la amplitud suficiente para qué abarque la compresión y la sensiblidad criticas, el arte de leer es un ideal de cultivo puramente personal. Como tal es suma mente conveniente, y sirve también de base de una amplia difusión de la cultura literaria, pero no puede sustituir a la concepción de lo que hemos llamados “investigación literaria” entendida como tradición suprapersonal”.
RELACTORIA 2
NATURALEZA DE LA LITERATURA
“Uno de los moldes de definir la literatura es decir que es todo lo que está en letrea de molde. Otra manera de definir la literatura es circunscribirla a las grandes obras, sea cual fuere su asunto, son notables por su forma o expresión literaria. En este caso, el criterio es el valor estético, solo unido a altura intelectual general.
Las distinciones principales han de establecerse entre el uso literario, el uso corriente y el uso científico del lenguaje. Un reciente estudio de Thomas Clark Pollock sobre esta cuestión, titulado The Nature of Literature aunque más cierto dentro de sus limites, no satisface por completo, sobre todo al establecer la distinción entre lenguaje literario y lenguaje cotidiano el problema es crucial y nada sencillo en la práctica, ya que la literatura a diferencia de las demás artes, no tiene medio expresivo propio, y existen indudablemente no pocas formas mixtas y sutiles transiciones. Por su parte el lenguaje emocional, no se agota en modo alguno.
El lenguaje científico tiende a un sistema de signos como de la matemática o la lógica simbólica; su ideal es un lenguaje universal, el lenguaje científico, el literario suele resultar deficiente en ciertos aspectos. Abunda en ambigüedades; como cualquier otro lenguaje histórico, está lleno de homonimias, de categorías arbitrarias o irracionales, de recuerdo y de asociaciones; en una palabra, es sumamente connotativo”. Además, el lenguaje literario dista mucho de ser meramente designativo. Tiene su lado expresivo; conlleva el tono y la actitud del que habla o del que escribe; y no declara simplemente lo que dice, sino que requiere influir en la actitud del lector, persuadirle y, en última instancia, hacerle cambiar. Hay, además, otra importante distinción que hacer entre lenguaje literario y el lenguaje científico; en el primero se hace hincapié en el signo mismo, en el simbolismo fónico de la palabra. Para llamar la atención sobre él se han inventado técnicas de todas clases, como el metro, la aliteración y las escalas fónicas.
Es difícil de establecer es la destitución entre lenguaje corriente o cotidiano y lenguaje literario. El Lenguaje corriente no es un concepto uniforme: comprende variantes tales como la conversación, el estilo comercial, la fraseología oficial, el lenguaje de la religión y la jerga de estudiantes. Pero es evidente que mucho de lo dicho sobre el lenguaje literario se aplica también a los demás usos del lenguaje, salvo científico. El lenguaje cotidiano tiene también su función expresiva aunque ésta varia desde una desvaída comunicación oficial a la suplica apasionando provoca por un momento de crisis emotiva”.
RELACTORIA 3
FUNCIÓN DE LA LITERATURA
“¿Han cambiado en el curso de la historia las concepciones sobre la naturaleza y la función de la literatura? Contestar a esta pregunta no es fácil. Si nos remontamos lo suficiente, podremos decir que si, se puede retroceder a una época en la literatura, la filosofía y la religión coexisten sin diferenciación neta, entre los griegos acaso se pudiera poner ejemplo de Esquilo y a Hesioso, Pero ya Platón puede hablar de la disputa entre poetas y filósofos.
La Herejia Didáctica, como Poe llamaba a la fe en la poseía como instrumento de edificación, no debe equiparse a la tradicional doctrina renacentista según la cual la poesía deleita enseñado o enseña deleitando.
¿Cabe utilizar este doble criterio como base para definir la literatura, o es más bien un criterio de alta literatura? En los estudios del antaño rara vez aparecen las distinciones entre alta literatura, buena literatura y literatura infraliteraria. Pueden abrigarse verdades dudas sobre si la literatura unfraliteraria es útil o instructiva. Por lo común se la considera simple entretenimiento o evasión. Pero hay que responder a la cuestión en función de sus lectores, no en función de los lectores de buena literatura.
Los defensores de la literatura creen que no es una supervivencia arcaica, sino algo permanente, y así lo creen también muchos que no son poetas ni preceptores de poética y que por ello carecen del interés profesional por la supervivencia. La experiencia del valor único de la literatura es fundamental para toda teoría relativa a la naturaleza del valor. Nuestras mudables teorías se esfuerzan en hacer justicia cada vez más a la experiencia.
RELACTORIA 4
TEORÍA, CRÍTICA E HISTORICA LITERARIAS
En el estudio de la literatura, este ensayo de reconstrucción histórica se ha traducido en un gran hincapié en la intención del autor, que, según se supone, puede estudiarse en la historia de la crítica y del gusto literario. Suele darse por sentado que, si nos es dado averiguar esta intención y ver que el autor le ha llevado a cabo, nos es dado también zanjar el problema de la crítica. El autor ha servido un propósito contemporáneo y no hay necesidad, ni aun posibilidad, de seguir haciendo la critica de su obra. El método conduce, pues, al reconocimiento de una sola norma crítica: la del éxito contemporáneo. Hay, por tanto no ya una o dos concepciones independientes, distintas y que mutuamente se excluye, cada una de las cuales es certera de algún modo. El ideal de la poesía se parte en tantas astillas, que no queda nada; consecuencia de lo cual ha de ser una anarquía general, o más aún, arrasamiento de todo los valores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario